«Páginas llenas de arduo trabajo y esfuerzo…»

Nuestra vida es como una gran biblioteca, una que hemos decidido llenar de aquellos libros que nos gustan, que nos representan, que nos impulsan. Algunos son de nuestra autoría, otros, fueron escritos en colectivo pero, todos y cada uno de ellos, nos pertenecen. Hoy hemos terminado de escribir un gran libro, uno que nos tomó años escribir; hojas llenas de risas, llanto, desveladas, una que otra hoja que se perdió en el camino; otras que, simplemente, no quisimos escribir; pero, sobre todo, páginas llenas de arduo trabajo y esfuerzo.

El escenario para la introducción, tenía que ser perfecto. Buscamos uno que compartiera nuestra pasión; y nos encontramos con una institución de carácter humanista, con los ideales de una formación integral. Además, un espíritu comunitario que nos invita a transformar las diferentes realidades de nuestro país. Una universidad que crea profesionales completos; el escenario estaba listo: Universidad La Salle.

En lo personal, me siento muy orgulloso de haber escrito las páginas de este volumen sobre este excepcional espacio escénico. En el que los personajes que, al principio, eran extraños; se han convertido en amigos y, algunos, hasta hermanos.

En este espacio, me gustaría mencionar a los co-protagonistas de esta historia, aquellos que no sólo nos ayudaron a escribir sino que, también, muchos de ellos escribieron con su puño y letra capítulos enteros. Letras que no valoramos sólo por las fórmulas, teorías, programas, cálculos, circuitos, problemas, experimentos y miles de cosas que nos enseñaron, sino por el ejemplo de vida, el testimonio que aquellos ingenieros consagrados compartieron con nosotros. Gracias maestros por obsequiarnos sus experiencias y conocimientos.

No puedo dejar de mencionar a aquellos que, sin su ayuda, el escribir este libro hubiera sido imposible. Ellos escribieron otras historias con nosotros, historias que nos convirtieron en los hombres y mujeres que somos hoy. Esos libros están llenos de valores y creencias que se transformaron, no sólo en las hojas, sino en las pastas que protegerían nuestra historia para que perdurara a través del tiempo. Gracias a nuestros padres, por darnos esa posibilidad de decidir qué camino elegir y gracias por caminar junto a nosotros durante este tiempo.

Hoy, al releer lo que hemos escrito, resalta la idea del ingeniero; aquel que busca la solución de las necesidades del hombre y su bienestar. Uno, que  logra sus objetivos a través del uso racional de los recursos que la naturaleza, inteligencia e ingenio ponen a su disposición.

Esa idea, ahora, la podemos tocar con las manos, nos llena de orgullo, nos apasiona, nos hace sentir satisfechos porque sabemos que en los ojos de todos los presentes se manifiestan estos sentimientos. Nosotros nos encontramos en medio de dos polos distintos, por un lado queremos llorar de tristeza porque, tal vez, este día sea de los últimos que estaremos todos juntos, no obstante, por el otro nos llenamos de felicidad al saber que hemos cumplido nuestros objetivos. Sin embargo, les pido no consideremos este como un adiós, sino como un hasta luego. Ya que, como colegas, espero compartir espacios de trabajo y seguir escribiendo otros tomos de esta historia juntos.

Nos quedan muchos años por vivir, muchas historias que contar y, sin lugar a dudas, escribiremos otros libros. Pero nunca olvidaremos el que hoy ponemos en nuestra biblioteca, en un lugar especial del librero, un lugar cerca de nuestro corazón y del corazón de aquellos que lo escribieron junto con nosotros. Hay que recordar que, siempre, podremos recurrir a este libro, para volver a vivir los momentos y situaciones que nos han convertido en lo que somos hoy: ingenieros.

Me gustaría escribir en las últimas líneas de este libro una frase del reconocido ingeniero mexicano, Javier Jiménez Espriú: “No estudiamos una profesión para ejercerla toda la vida. Estudiamos toda la vida para ejercer una profesión”

Muchas Gracias
Felicidades a todos
“Indivisa Manent”

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