La música y el Otro

Es con el Otro donde me doy cuenta de mi propia realidad, es a partir de Él que me mira, que descubre mi realidad y me la hace saber aún sin pronunciar palabra. Dice Levinás “El Otro representa la presencia de un ser que no entra en la esfera del Mismo, presencia que lo desborda, fija su jerarquía de infinito”. De este modo el Otro se convierte en lo que no soy yo, y gracias a quien yo soy quien soy.

En el arte interviene un Otro diferente. Uno que permite obtener de un objeto, un algo inteligible, pero no como concepto frío o sino con quien se tiene una relación activa creando una nueva imagen. Una imagen inspirada en (o por) el Otro. Musa le llaman algunos.

No hablemos de cualquier tipo de imagen, hablemos de esas imágenes creadas por artistas que buscan poner  a los sonidos orden, movimiento, énfasis, proporción, hablemos de música.

El artista habla con el Otro con ritmo, no sólo para acompañar las palabras, sino para crear un lenguaje, un lenguaje que es al mismo tiempo medio de comunicación, mensaje y hasta el interlocutor. El artista habla con la música, con su musa.

Música que al ser escuchada nos remite al Otro, ¿Pero cuál es el otro al cual nos remite? ¿El otro que inspiró al artista? ¿O un Otro que nos inspira del mismo modo como al artista?

La relación con el Otro siempre es dinámica. Por eso al escuchar la Musa, me habla el Otro del artista; y esa realidad imaginaria me interpela, pero me interpela desde mi realidad, desde mis circunstancias. Así el Otro se actualiza en el presente en un devenir infinito.  Es aquí donde el otro se impone como límite de mi libertad, pero no para restringirla, sino para expandirla hasta donde el propio espíritu lo permita.

Escuchar una melodía siempre es una relación de emoción, que no se reduce a la intimidad del sujeto, al contrario se manifiesta revelando el estado de quien está relacionándose con el Otro. Una emoción que nos mueve, nos interpela y nos transporta a la realidad del totalmente Otro.

1 comment for “La música y el Otro

  1. Vero
    febrero 18, 2010 at 12:40 am

    La música siempre llama a ir a un más allá, pero no creo que siempre sea algo diferente de nosotros mismos.

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